domingo, 6 de septiembre de 2015

Erase.. Camino hacia el EIR

No es fácil, nadie me dijo que lo fuera, y a mí, personalmente, tampoco me gustaría que así fuera. Si fuese sencillo, si todo el mundo pudiera conseguirlo sin esforzarse, no tendría sentido, la recompensa no sería la misma, no conseguiríamos tener la misma sensación que vamos a experimentar en unos meses.
Empezamos la peor de las mejores épocas, van a ser muchas horas, muchos días y algunos meses, hojas, colores, palabras, folios llenando la papelera, otros que rebotarán cuando para distraerte decidas imitar a tu ídolo de la NBA y se queden a milímetros de convertirse en una neta más.

Pero no importa, el esfuerzo va a merecer la pena, me niego a tirar por la basura los sueños que se han ido creando en mi cabeza, me opongo con total resistencia a ser uno de aquellos que abandonan, que no luchan por conseguir lo que de verdad quieren, que no se esfuerzan por ser un poco mejor cada día, querer es poder…
En este camino vamos a tener que renunciar a diferentes cosas, y él que no quiera entenderlo, no estará obligado a hacerlo. La única verdad es que la impotencia, la rabia, el malhumor y las lágrimas que aparecen cada vez que en tu cabeza ronda el “podría haberlo hecho mejor” en Marzo las verás multiplicadas, pero con un motivo sustancialmente diferente, la satisfacción y la alegría de haber llegado justo donde querías llegar.
Quedamos en Madrid...
¿Te apuntas?

domingo, 21 de diciembre de 2014

Erase Feliz Navidad

El último asiento del vagón fue mi elección al subir al tren, para retrasar unos segundos más el instante, para disfrutar del viaje, del recorrido, de las luces que encendían mi ciudad cuando antes oscurecía, cuando el sol duraba menos allí arriba. Inspirado en el anuncio de la televisión, yo, sin haber dado apenas señales de vida en mis últimos 3 años, sin dejar explicaciones, sin postales, sin palabras y sin vergüenza, volvía a casa por Navidad.

El viaje había emocionado cada uno de mis instintos, vagar sólo por el mundo nunca había estado del todo mal pero había personas que habían pagado un precio demasiado caro a mi huida repentina, sin premeditación pero con alevosía.

No había tiempo para perdones, ni siquiera para arrepentimientos, necesitaba huir, sin más… La monotonía de depender de un trabajo asfixiante, de una situación económica inestable y de unos sueños aparcados debajo de la cama me habían impulsado a saltar, a viajar, a conocer, disfrutar, a soñar con los ojos abiertos.

Y ahora, tres años después y convertido en todo aquello que nunca había querido ser volvía a casa, para refugiarme en los abrazos de aquellos que llevaban esperándome algo más de 3 años, para admirar el brillo de sus ojos y la emoción de sus miradas cuando el timbre revelara mi llegada. Solo Helena, mi hermana Helena, sabía que llegaría para la cena, ella había tenido a bien guardarme el secreto porque era la única persona en el mundo capaz de entenderme, incluso cuando mis actos no tenían explicación.

Tan parecida y tan diferente a mí había pedido a mamá dos días antes (en su cumpleaños) que pidiera un deseo al soplar las velas, mi madre le reprochó y dijo que no lo haría, que son tonterías y que eso nunca se cumple. Helena, mitad paripé mitad sentimiento de frustración rompió a llorar, y mi madre por no desilusionarla había acabado pidiendo que yo, su hijo, el tránsfuga, volviera a casa por Navidad.

Y bajé del tren, hacía frío, más del que recordaba, una niebla espesa recorría la ciudad y la humedad había empezado a calar en mi sonrisa. Las luces de los escaparates parpadeaban ante mis ojos, la ciudad apenas se había alterado, todo estaba más o menos como lo recordaba, pero me sentía extraño por aquellas calles, el que había cambiado era yo. Subí las escaleras arrepintiéndome de haber llegado hasta allí, cuando no has hecho bien las cosas y no encuentras un por qué es más difícil arrepentirte de todo lo que has dejado atrás… Llamé al timbre, desde dentro escuché como Helena la decía a mama que abriera, que ella estaba ocupada en la cocina.

Escuche sus pasos, se estaba acercando a la puerta y yo temblaba, pero no era de frío, después de dar dos vueltas a la llave me encontré a mi madre de frente, la misma mujer que había dado por mi todo lo que tenía, incluso un poco más, lloraba emocionada al ver a su hijo después de tres años, yo solo pude abrazarla, lo único que supe decirle es que había venido a cumplir su sueño, ella me había dejado cumplir los míos sin preguntarme por qué.

sábado, 29 de noviembre de 2014

Erase un silencio inmerecido.

Dos años, o tal vez tres… En ese momento mi memoria no era capaz de ajustarse al lapso temporal, ni tampoco a la cantidad de imágenes que la bombardeaban sin piedad. Había pasado tiempo, entendía que el tiempo necesario… sabía que no él suficiente.

Arbitrario destino el que me condujo tan cerca de ti, o tan lejos… No tenía claro si seguías viviendo en la misma casa, aquella casa en la que de alguna forma había empezado y acabado todo, las paredes de las dudas, de los relojes parados, de los arrepentimientos saltando al vacío por la terraza, el lugar donde creíamos haber sido tanto, donde fuimos tan poco.

Aparqué el coche, justo en el punto estratégico donde había permanecido otras veces, pudiendo controlar incluso si salías a fumar al balcón, pero irreconocible desde la distancia que nos separaba. Esperé allí, desdibuje el tiempo en mi reloj hasta crear una imprecisión de minutos que se convirtieron en horas.

Había soñado que sería sencillo, necesitaba conocer un pellizco de tu nueva vida, dentellar un trozo de mi corazón con una de tus sonrisas, transmitirte con la mirada todo aquello que nunca supe cómo decirte pero que el tiempo me había ayudado a comprender.

Había gastado dinero que no tenía en gasolina, desperdicié el tiempo de otros esperando reunir el valor necesario para tropezarme a propósito contra ti, cara a cara… Y justo antes de un choque forzado a propósito entendí que no era necesario, que estaba presionando algo que mi corazón había desabrigado antes de que empezara el frio.

sábado, 19 de octubre de 2013

Erase café con sal.

Te encontré sentada, con la mirada pérdida ante la inmensidad del mar. La humedad se había aferrado fuerte de la mano de la brisa y jugaban con tu pelo de una forma que solo permitía desatar mi admiración.

Sabía que te iba a encontrar allí, había observado otras veces que cuando necesitabas pensar, respirar, tranquilizarte… bajabas descalza las escaleras que llevaban hasta la playa, te sentabas en la arena, llenabas tus puños con ella y la dejabas esparcirse poco a poco entre tus dedos, para ti era todo un ritual, tu respiración encontraba el patrón de normalidad que había abandonado cuando las cosas no habían salido como tu esperabas.

Repetí el camino que momentos antes habías dejado marcado con tus huellas, me situé a una distancia prudencial en la que podía asegurarme de que todo estaba bien pero sin invadir esa soledad que es a veces tan necesaria como inexistente. El sol me echó una mano, contrajo al máximo tus pupilas y pude fascinarme en como el mar copiaba su color del de tus ojos.

En ese momento, y a pesar de que había intentado ser absolutamente silencioso, te diste cuenta de que estaba allí, no te había dejado sola… Quiero creer que para ti fue importante, tu sonrisa volvió a iluminar mi vida como lo hacía de costumbre, sin suponerle coste o esfuerzos adicionales, fue ese día, en ese preciso instante, en el que entendí que teníamos que estar juntos toda la vida, sin ti nada sería lo mismo, no seríamos los mismos.

sábado, 29 de junio de 2013

Café Final

Describir delante de un ordenador las sensaciones que han rodeado mi vida estos meses se me hace un poco cuesta arriba, acabo de elegir el momento, no quería nadie cerca para sincerarme conmigo mismo, sin embargo creo que hubiera sido más fácil contarte todo esto a ti.

La suerte me ha venido toda de golpe, llevaba demasiado tiempo desubicado, sin llegar a encontrar mi lugar en el mundo… Y escogimos el momento adecuado para aprovechar la única oportunidad que se nos iba a presentar.

He tenido que aprender rápido, a marchas forzadas… Necesitaba demostrarme a mí mismo que iba a ser capaz (los últimos meses llegué a dudarlo), pero lo que realmente necesitaba era que otras personas lo vieran, que me aceptaran dentro, que si llegaba el momento me felicitaran con cara de asombro. ¿Y sabes qué? Lo hemos conseguido, si, tú también, sin ti… Creo que me has dado fuerza, cuando yo no era capaz de reconocerme y creer en mi has aparecido tu para empujarme, tengo que agradecerte tantas cosas y tengo tan poco tiempo…

Esta experiencia me ha hecho madurar como persona, me quedan muchas cosas por aprender, muchas otras por conseguir y por supuesto me quedas tú, tengo pendientes un par de cosas para ti, para mantener esa sonrisa siempre en mi memoria.

La vida me ha gustado, para algunos habría sido demasiado poco y para otros suficiente, depende de tantas cosas… En los últimos meses ha sido un no parar, gracias una vez más por no soltarte de mi mano.

Me despido ya, los ojos se me cierran y mañana ya no se abrirán. Irte para siempre cuando te han dicho que se arrepienten de no haberte dado antes la oportunidad sienta mejor, a mí me ha sentado mejor.

No voy a dejar de cuidarte, ni muerto lo haría.

Te quiero.

jueves, 23 de mayo de 2013

Un café en la cama.

- La vida es eso que pasa mientras los demás esperan sentados a que todo te vaya mal...
- ¡Hoy te has levantado pesimista eh! Anda ven que te de un beso...
- ¿Dispuesta a arrancarme una sonrisa?
- Sólo si te la llevas puesta todo el día.
- Entonces tendrás que darme algo más...
- Túmbate y no digas nada, tengo preparado algo mejor.
- Me encantan tus sorpresas...
- ¿No te he dicho que no digas nada?
- Te quiero.

sábado, 6 de abril de 2013

Erase café para despertar.

Ando justo de tiempo, afirmándolo de esta manera parece que es una novedad en mi vida, pero los que me conocen un poco más afirman concienzudamente que casi nunca tengo un hueco para nada, y eso que casi siempre estoy sin hacer algo.

Es una de tantas metáforas que tiene la vida, de esas que se te plantan en medio del camino y si decides saltarlas te hacen la zancadilla... y si decides pasar a su lado te empujan y te mandan al fondo del precipicio. Lo único que esperan es que retrocedas, les des la espalda, que dejes de lado ese sueño que perseguías antes de que se interpusiera en tu camino.

La vida es sueño... o es o es lo que se nos ha marcado a fuego desde hace ya casi 400 años. ¿Por qué renunciamos a ellos cuando encontramos alguna dificultad? ¿No sería más productivo y nos haría más feliz buscar la manera de saltar ese obstáculo y conseguir aquello que queremos?

Tenemos miedo, nos rodea y nos impide saltar sin mirar primero que nos espera al otro lado, nos juega una mala pasada cada vez que queremos decir todo aquello que sentimos y no lo hacemos porque nos dedicamos primero a pensar en cómo se sentirán los demás sin importar si realmente tu eres el que se siente bien, nos agota, nos obnubila, nos impide ser la imperfecta perfección.

Hoy me has vuelto a sorprender, te conozco demasiado, me arriesgo y creo acertar si digo que mejor que nadie, y lo que más me gusta... que otras personas tengan la oportunidad de conocerte.

Una paciente que está inmersa en un proceso cancerígeno ha decidido que para superar con una normalidad aplastante su proceso iba a hacer un fotolibro, uno de esos que ahora están tan de moda cómo recuerdo de viajes a ninguna parte y de bodas, bautizos y comuniones.
Ella ha querido que tu salgas en ese libro, y para ello te ha pedido si querías hacerte una foto con ella. Queriendo o sin querer te has convertido en muy pocas horas en actriz principal de esta historia tan personal, tan de verdad, tan humana... 
Imagina lo importante que tienes que haber sido para ella... ¿Por qué? Simplemente porque has sido tú.


Dicen que una de las cosas más bonitas que te puede pasar en la vida es formar parte de los sueños de alguien... Gracias a ti, porque a tu manera, y permitiéndome formar parte de tus sueños haces que mi vida sea especial.

lunes, 28 de enero de 2013

Un café con Estefanía.

Podría haber ocurrido en otro momento de mi vida, en otra ciudad, en otro lugar... un día diferente o a una hora que no hubiera tenido nada que ver con la de hoy. Podría haber estado durmiendo, llorando, riendo, o simplemente no haber estado. 

Desde pequeño, aunque no me atrevería a definir cuando por si acaso resulta demasiado tarde para algunos, decidí dejar de creer en el destino, no quiero creer que existe algo "escrito" o "pensado" para cada uno de nosotros, que aparece y punto, no, nunca he querido pensar así, a día de hoy me gustaría seguir pensando que esto no es verdad.

Creo más en la ilusión, en las expectativas, en el trabajo del día a día... Ese que es el camino que más cuesta, que suele ser el más largo, con más cuestas y con más curvas, pero que si encuentras lo necesario para hacerle frente llegas a un punto en el que miras atrás y encuentras el sentido, si te paras a pensar fortalece tu autoestima, te lo has ganado, lo has conseguido, te lo mereces. 

Acabo de leer una frase en el muro de facebook de una amiga "Quizás mis expectativas sobrepasen la realidad... pero más triste es vivir sin ellas y ver la vida pasar" y por culpa de esa frase, de esa amiga, de que en ese momento tenía el ordenador encendido y acababa de entrar en mi cuenta de facebook, de que la conocí en un momento y en un lugar que ahora no viene al caso, y de que ella había puesto esa frase hace unas 3 horas... Estoy yo ahora sentado enfrente de la pantalla escribiendo esto; ¿Y si esto es el destino? Pues yo lo llamo... Conexión.

La frase en cierta forma me ha marcado, ha conectado conmigo en unos días en los que me gustaría que el día durase un poco más y mis ganas de estar tumbado leyendo o escuchando música un poco menos. En la vida, lo que yo considero gente normal (y ahora no voy a entrar en definiciones ni criterios de inclusión) tiene expectativas, ilusiones, y puede que a veces vayan un poco más allá de la realidad del momento, de la situación, y más si miramos hoy en día el dinero que nos queda en la cuenta del banco o la interminable e injusta lista del desempleo, pero es importante tenerlas, crearlas, darles de comer... A las ilusiones hay que darles forma, y a ser posibles hacerlas reales, son una forma segura de arrancarnos una de las mejores cosas que a día de hoy todavía no han decidido recortarnos, por lo menos a lo que en su estructura física se refiere, y es la sonrisa.

Los pasos a veces son lentos, se hacen muy largos, pero creo que la mayoría de las veces puede valer la pena esperar, no precipitarse, y luchar por lo que se cree, por lo que se quiere. Y si no llega, por lo menos tu podrás estar orgulloso contigo mismo, con tu sonrisa, por lo menos, lo habrás intentado.

martes, 1 de enero de 2013

Erase Café Nuevo.


Dos besos fueron los que necesite repartir por tu mejilla antes de decidir dar el salto a tus labios, por el miedo que tenía a estropearlo todo, por las ganas que tenía de que ese momento fuera mágico para ti, para mí, para nosotros…

Cero son los segundos que tardé en fijarme en lo increíble de tu mirada, en la profundidad de tus ojos, en la sinceridad que muestran a su través, son tu alma, tu vida, el color de la mía…

Una vida es la que necesito para darte lo mejor de mí, para conseguir atrapar los sueños en el cielo, bajarlos a la tierra, pelear por ellos y hacerlos realidad, juntos… sin límites, sin miedo.

Tres declaraciones de intenciones en tres números que junto con este tres forman el año que acaba de comenzar. Proyectos e ilusión van de una mano, sonrisas y ganas de las otras. 

Vamos a buscar la luz aún cuando el resto solo encuentre oscuridad.

2013.

martes, 11 de diciembre de 2012

Infusión de Optimismo.

El frío se ha tomado por costumbre el campar en nuestros días a sus anchas, desde el momento en que apartas la ropa de cama porque el despertador ha decidido expulsarte del más picaresco de tus sueños hasta el momento en que vuelves a la cama, dispuesto a que las cosas que más anhelas en tu vida se conviertan en realidad, previo paso de mover los pies, las manos, y todo el cuerpo para calentar lo frías que están las sábanas ante la ausencia de mujer u hombre (esto va a gustos) que realice esa gran función con la debida antelación.

La navidad ha llegado, en concreto me di cuenta de ello hace ya cosa más de un mes, a unos 1800 kilómetros de casa, en el centro comercial más famoso de Londres, si nos quejamos de El Corte Inglés, no quiero decirles nada… Será que con esto de retrasar la hora, también un mes antes empiezan ya con los decorados y la fantasía que la burbuja consumista en la que vivimos nos obliga a creer en la navidad cuando no somos capaces de creer ni en nosotros mismos.

Son momentos duros, difíciles, malos… los más pesimistas, o tal vez los más inteligentes, los califican de catastróficos, y en nuestra mano, por poco que parezca, hay un pequeño grano que si todos lo juntamos, puede acabar en una gran montaña. Es momento de ser duro, de ser fuerte… pensaba el otro día antes de que los sueños calentaran, esta vez sí, esa noche mi cama. Tal vez si, tal vez no…

En comparación con mucha gente del mundo no debería quejarme de nada, y por eso no lo hago, a partir de ahora, solo se me ocurre una cosa, una meta en la que tengo que trabajar, a simple vista parece sencilla, creo que puede darme resultados, aunque está claro que no serán a corto plazo…

Tengo que confiar en mis posibilidades, y te animo desde aquí, al otro lado de la pantalla, a que tú confíes en las tuyas, porque el secreto está ahí, guardado dentro de ti, no desesperes, todo llega, confía en mí.

No disfrutes de la navidad, disfruta del día a día.