domingo, 21 de diciembre de 2014

Erase Feliz Navidad

El último asiento del vagón fue mi elección al subir al tren, para retrasar unos segundos más el instante, para disfrutar del viaje, del recorrido, de las luces que encendían mi ciudad cuando antes oscurecía, cuando el sol duraba menos allí arriba. Inspirado en el anuncio de la televisión, yo, sin haber dado apenas señales de vida en mis últimos 3 años, sin dejar explicaciones, sin postales, sin palabras y sin vergüenza, volvía a casa por Navidad.

El viaje había emocionado cada uno de mis instintos, vagar sólo por el mundo nunca había estado del todo mal pero había personas que habían pagado un precio demasiado caro a mi huida repentina, sin premeditación pero con alevosía.

No había tiempo para perdones, ni siquiera para arrepentimientos, necesitaba huir, sin más… La monotonía de depender de un trabajo asfixiante, de una situación económica inestable y de unos sueños aparcados debajo de la cama me habían impulsado a saltar, a viajar, a conocer, disfrutar, a soñar con los ojos abiertos.

Y ahora, tres años después y convertido en todo aquello que nunca había querido ser volvía a casa, para refugiarme en los abrazos de aquellos que llevaban esperándome algo más de 3 años, para admirar el brillo de sus ojos y la emoción de sus miradas cuando el timbre revelara mi llegada. Solo Helena, mi hermana Helena, sabía que llegaría para la cena, ella había tenido a bien guardarme el secreto porque era la única persona en el mundo capaz de entenderme, incluso cuando mis actos no tenían explicación.

Tan parecida y tan diferente a mí había pedido a mamá dos días antes (en su cumpleaños) que pidiera un deseo al soplar las velas, mi madre le reprochó y dijo que no lo haría, que son tonterías y que eso nunca se cumple. Helena, mitad paripé mitad sentimiento de frustración rompió a llorar, y mi madre por no desilusionarla había acabado pidiendo que yo, su hijo, el tránsfuga, volviera a casa por Navidad.

Y bajé del tren, hacía frío, más del que recordaba, una niebla espesa recorría la ciudad y la humedad había empezado a calar en mi sonrisa. Las luces de los escaparates parpadeaban ante mis ojos, la ciudad apenas se había alterado, todo estaba más o menos como lo recordaba, pero me sentía extraño por aquellas calles, el que había cambiado era yo. Subí las escaleras arrepintiéndome de haber llegado hasta allí, cuando no has hecho bien las cosas y no encuentras un por qué es más difícil arrepentirte de todo lo que has dejado atrás… Llamé al timbre, desde dentro escuché como Helena la decía a mama que abriera, que ella estaba ocupada en la cocina.

Escuche sus pasos, se estaba acercando a la puerta y yo temblaba, pero no era de frío, después de dar dos vueltas a la llave me encontré a mi madre de frente, la misma mujer que había dado por mi todo lo que tenía, incluso un poco más, lloraba emocionada al ver a su hijo después de tres años, yo solo pude abrazarla, lo único que supe decirle es que había venido a cumplir su sueño, ella me había dejado cumplir los míos sin preguntarme por qué.

3 comentarios:

  1. He llegado aqui a traves de twitter, me sorprende que no tengas comentarios. Soy lectora professional, necesito tanto leer como alimentar mi cuerpo con comida, es vital. Aunq si de alguna de las dos puedo prescindir es de comer. Escribes maravillosamente bien. Me has transportado ahi, al presente de tu historia.

    Voy a leer el resto del blog que pinta genial! Gracias por escribir!

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  2. He llegado aqui a traves de twitter, me sorprende que no tengas comentarios. Soy lectora professional, necesito tanto leer como alimentar mi cuerpo con comida, es vital. Aunq si de alguna de las dos puedo prescindir es de comer. Escribes maravillosamente bien. Me has transportado ahi, al presente de tu historia.

    Voy a leer el resto del blog que pinta genial! Gracias por escribir!

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  3. Como puedes ver llevo tiempo sin pasarme por aquí en forma de entrada. Cuando encuentro algo de estabilidad en mi vida me cuesta un poco más expresar lo que corre por mi cabeza. Aún si, un placer y si disfrutas, por poco que sea , yo... encantado.

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