martes, 17 de enero de 2012

Café largo y muy caliente, gracias.

- El mundo está cambiando.
- Una afirmación un poco complicada de defender, ¿no crees?
- Creo poco, pero está vez estoy absolutamente seguro.
- Explícame por qué.
- ¿Qué importan los por qués?
- Nunca acabaré de entenderte entonces...
- O tal vez lo hagas y todavía no te hayas dado cuenta.
- Criticas continuamente el sistema político de este país, las desigualdades que hay en el mundo, las pocas oportunidades que tenemos las personas emprendedoras de luchar por lo que sentimos, por lo que creemos, por lo que queremos... y ahora, de repente, antes de que apague la luz y me vaya a dormir, afirmas que el mundo está cambiando.
- Patas para arriba, del revés, diría yo.
- Buenas noches.
- No te empeñes en comprenderlo, te perderás en tus porqués.
- Podrías hacer esto un poco más fácil.
- Perdería la magia, sería aburrido...
- Lees demasiado.
- Eso son mentiras de aquellos que no quieren ver la realidad.
- Está noche no voy a poder dormir.
- Te aseguro que sí.
- ¿De qué mundo me hablas entonces?
- Del nuestro.
- ¿Le vas a dar la vuelta del revés?
- ¿Tu quieres que se la de?
- Tengo un poco de miedo a lo desconocido, la verdad...
- Tranquila, no te soltaré de la mano.
- ¿Entonces has pensado cosas nuevas para los dos?
- Mañana habrá que madrugar, otra ciudad nos espera.
- ¿Qué? ¿No vas a explicarme nada más?
- Deja que le de la vuelta al mundo, pero deja que te coja bien fuerte de la mano, que te bese, que te abrace, que sueñe a tu lado... y por lo demás no te preocupes.
- Es la segunda vez que me dices esto.
- Y en la primera te di el primer beso.


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